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18 nov 2011

Segovia: RIAZA


Febrero 2010
Era un sábado muy frío, salimos temprano de Madrid por la N-1 hasta Cerezo de Abajo para coger la N-110 con dirección a Soria, enseguida llegamos a Riaza. Con un sol radiante pero muchos grados bajo cero entramos a Riaza en dirección al centro; junto a una rotonda con salida a Riofrío de Riaza, hay unos amplios parques públicos y junto a la calzada enfrente de un frontón al aire libre hay un gran aparcamiento donde estacionamos con comodidad. Al bajar de la autocaravana el viento gélido del norte nos obliga a enfundarnos con todo lo que teníamos a mano. Gorros de lana, guantes.... Bién forrados y después de pasear a Rufo nos dirigimos hacia la plaza del pueblo.


Caminar por aquellas callejas cuando no nos alcanza el sol mañanero nos hace marchar a una velocidad impropia de quienes quieren conocer un pueblo. LLegamos a la amplia plaza del Ayuntamiento huyendo de los lugares sombrios y buscando las esquinas donde no soplase el relente.


 Su conjunto resulta muy original ya que no tiene la típica configuración, es redonda por un extremo enfrentado a la fachada recta del Ayuntamiento y el suelo algo inclinado con un espacio central de tierra en donde es facil imaginar que lo utilizan para algún festejo taurino u otros eventos en la fiestas locales. Pero al ser el alma del pueblo, está a rebosar de coches aparcados de cualquier manera, no te dejan  la mas mínima oportunidad de hacer ninguna foto que merezca la pena,  ni siquiera de contemplarla de una forma mas gratificante. En el pueblo no obstante hay mucha animación, la cercana sierra completamente nevada y la estación de esquí de La Pinilla, ha dado a este pueblo una vida añadida a la suya propia. Por su relativa proximidad a Madrid el pueblo ha ido expandiéndose con las correspondientes urbanizaciones de todo tipo. Incluso existe un camping para quien lo necesite. Como casi no podíamos hacer fotos porque además íbamos con las lágrimas congeladas que nos impedían enfocar con precisión nos tomamos un café en un bar de la plaza y decidimos regresar a la Milonguera para continuar la ruta.


¡Dios mio que bien se estaba en el interior de nuestro "chalecito" de la sierra! Todas las claraboyas y ventanas con los oscurecedores recogidos dejaban entrar el sol que aquí dentro calentaba como en el mas lujoso balneario, de lo mas agradable y confortable.


Aunque la sierra está cubierta este año con un importante manto de nieve nos dirigimos por la carretera que sube hasta el puerto de La Quesera, donde existen esos rincones preciosos que se esconden en estas montañas aparentemente poco llamativas. Antes de llegar hasta su cumbre (1710 mts.) se atraviesa el halledo de La Pedrosa y aunque sabemos que ahora en invierno no tiene la exuberancia y el explendor del otoño, también tiene mucho encanto. Pero como nos temíamos, a unos escasos 7 u 8 kilómetros y nada mas pasar el desvío a un pequeño pueblo, "RioFRIO" de Riaza ¿por que lo llamarán así? sobre la calzada, en una pronunciada curva que hacía bajada y subida y que se encontraba en una total humbría, unas enormes placas de hielo nos hicieron detener rápidamente.


Era un tramo de unos 10 ó 15 metros pero completamente helados. Se veia el temido "verglass" agua que se ha helado sobre el asfalto. A continuación de aquel tramo la carretera se elevaba completamente seca y bañada por el sol, pero eran unos metros por los que no quise arriesgarme a cruzar, así que decidimos no continuar. Allí mismo había la entrada a un camino de tierra y pude dar la vuelta, dejar la autocaravana aparcada.




  Esto nos permitió poner pié en tierra y tener la oportunidad de contemplar un bellísimo espectáculo de esos que la naturaleza nos ofrece de vez en cuando. En el fondo de aquella sombría curva unos enormes carámbanos de hielo cubrian las paredes verticales del talud de la carretera.


El efecto del deshielo diurno y fuertes heladas nocturnas configuraban estas estalactitas con formas sorprendentes y de una belleza casi imposible. Caían hasta tocar el suelo donde se unían a pequeños riachelos también helados, las salpicaduras del agua al caer helaban las hierbas cercanas que formaban ramilletes sugerentes. El arte efímero de la naturaleza solo para algunos afortunados que se nos ha ocurrido pasar por allí en el momento preciso. Un inesperado espectáculo, todo un regalo.



Después de un buen rato haciendo fotos regresamos de nuevo a Riaza para coger la carretera comarcal a través de la llamada ruta de los pueblos rojos que conduce hasta Ayllón. Cruzamos Riaza en dirección a la hermita de Nuestra Señora de Hontanares que se encuentra en un frondoso bosque de pinos, dejamos el desvío que sube a la derecha y continuamos pasando por los pueblos de Alquité, Martinmuñoz de Ayllón y Villacorta, todos ellos dignos de visitar por su típica y tradicional arquitectura pero como ya los conocemos pasamos sin detenernos.




 El espectáculo de estos pueblecitos color ocre anaranjado rodeados de vegetación sobre el fondo nevado de la sierra son dignos de postal. La carretera comarcal es amplia y se circula con comodidad.
 Típico invierno Castellano, la helada se alarga durante el día y nos augura una noche gélida en el siguiente destino al que nos dirigimos, Ayllón.

2 comentarios:

Katy dijo...

Conozco Riaza pero hace muchísimos años que no vamos. He disfrutado de estas preciosas estampas invernales. Brrrr soy muy friolera, me gusta más el verano.
Gracias por tu paso por mi blog
Un abrazo

elviajerosinprisa dijo...

Katy:En eso no nos parecemos mucho, en verano siempre buscamos el fresquito cuanto mas al norte mejor.
Gracias a ti por tus múltiples visitas.

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