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6 feb 2012

BERCHTESGADEN: ALEMANIA. NIDO DE ÁGUILAS.14


Lunes 18 de julio.

Entre Innsbruck y Salzburgo se encuentra el parque natural de Berchtesgaden, en Alemania,  que merece mucho la pena conocer.
Casi todo el trayecto por autovía con fuertes aguaceros y una vez llegados nuevamente a Alemania, la circulación se complica muchísimo, estamos en la autobahn que une Munich con Salzburgo.
Según nos vamos acercando al agreste paisaje que circunda Bechtesgarden el tiempo mejora  y los jirones de niebla salen de la profundidad de los bosques hacia el cielo en formas cambiantes a capricho del viento.


El trayecto en estas circunstancias se convierte en un regalo para la vista por mucha circulación que haya.
Dejamos la autopista y empezamos a subir hacia el pueblo, vimos varios aparcamientos en la entrada donde se puede dejar la autocaravana, unos de pago y otros no. Nosotros nos detuvimos junto a un Lid’l en una rotonda con suficiente amplitud y donde se nos unió otra autocaravana alemana inmensa. N 47º 37’ 29’’ E 12º 59’ 59’’. Con tranquilidad tratamos de organizar la visita, pero no habíamos visto ninguna indicación de por donde se iba al famoso “Nido de Águilas”, el lugar emblemático de Bechstesgaden donde que Hitler se hizo construir un pequeño refugio de montaña donde se reunía con la cúpula de aquella siniestra camarilla.


 Por el entorno en que se encuentra y la historia que arrastra no podíamos dejar de visitarlo, pero no traíamos referencias de su situación y como tampoco vimos ni en el Tom Tom, ni en las señales de tráfico ninguna indicación de área para autocaravanas, nos pareció que la mejor opción sería instalarnos en algún camping cercano en ésta zona que es parque natural. Habíamos oído comentar que toda la zona aledaña al lago alpino Konigsee es memorable.
Nos dirigimos a un camping que vimos en la guía que nos facilitaron en la oficina nacional alemana de turismo en Madrid ( S. Agustin 2-1º 28014 Madrid. www.alemania-turismo.com).


Antes de salir del pueblo, en un cruce, una señal anunciando un aparcamiento de caravanas (no autocaravanas) me indujo a seguirla pensando que si hay parking para caravanas, nosotros tendríamos menos problemas. Vamos a ver, pensamos sobre la marcha. Estas decisiones repentinas son las que en ocasiones te pueden meter en algún berenjenal sin quererlo. (carretera 319 Salzbergstrasse). Aquella carretera se convirtió enseguida en una pista de montaña estrechísima pero lo peor era el tremendo desnivel que tenía. La subida no es mayor problema, todo el tiempo en 2ª, el problema era la bajada. Tenía metido en la cabeza la mala experiencia del descenso que hicimos desde Garmisch hasta Innsbruck con aquél calentón de frenos. En este caso, no recuerdo cuantos kilómetros fueron y tampoco recuerdo qué porcentaje del desnivel anunciaban, pero sin duda es un sitio complicado para autocaravanas de mas de siete metros. Se nos hizo eterna la subida pensando todo el tiempo solo en la bajada que nos tocaría después. Ni siquiera al llegar al enorme aparcamiento se nos pasó la mala sensación que nos causó esa subida.


 No vimos por ninguna parte zonas dedicadas a caravanas ni autocaravanas, solo vimos algunas pequeñas ACs y campers aparcadas entre los turismos. Nos detuvimos en un amplísimo espacio reservado a los autocares junto a otra autocaravana francesa. N47º 37’ 51’’ E13º 02’’ 30’’.  Le pregunté al conductor de un autocar italiano y me confirmó que para bajar era imprescindible hacerlo en dirección opuesta de por donde habíamos subido, en dirección a Oberau.


Ya más tranquilos tuvimos tiempo para comer algo y averiguar para qué servía aquel parking tan grande ubicado en un lugar tan alto y en medio de la montaña. Para nuestra sorpresa resultó ser el complejo turístico donde se compran las entradas y desde donde suben los autobuses para visitar la Kehlsteinhaus, el Nido de águilas que íbamos buscando y que de esta manera tan imprevista nos topamos con ella. Nos sorprendió un poco el hecho de no haber encontrado publicidad ni indicaciones desde el pueblo que nos hiciese llegar hasta aquí, siendo éste un lugar tan conocido y frecuentado.


De nuevo nos enfrentamos a lo que ya va siendo cotidiano para nosotros en éste viaje, y que es averiguar desde donde se sube, qué horarios tienen, cuanto cuesta, y sobre todo, ¿qué tipo de organización se pueden haber inventado para realizar la visita a Kehlsteinhaus?. Una vez más la planificación alemana sale a relucir inflexiblemente. Desde el parking solo pueden subir los autobuses hasta otro aparcamiento que se encuentra a la entrada de un túnel, desde donde se accede a un ascensor que te sube hasta el Nido de águilas. En los billetes del autobús te imprimen la hora exacta que tienes que volver a  cogerlos para bajar. Pero también es cierto, que si al principio parece todo muy exagerado, al término de la visita te das cuenta que todo tiene su sentido.



 La subida en el autobús es larga e impresionante. El desnivel sigue siendo importante y los acantilados que se asoman por el borde de la carretera te hacen dar por bueno lo que cuesta el billete.
El paisaje, al ir ganando altura, va aumentando en majestuosidad. Además tenemos el regalo de la niebla que despeja y oculta las montañas a intervalos irregulares creando un ambiente único. Es un paisaje típico de las altas montañas que siempre tienen algo maravilloso que ofrecer.


El ascensor nos deja en el interior del Nido de Águilas. ¡Qué bien definido éste lugar!. Sales al exterior y sientes que te encuentras en otro mundo. Inevitablemente vienen a mi memoria sensaciones de mi juventud vividas en las montañas, ¿qué tendrán las puñeteras que dejan tan profunda huella?.
No me extraña que alguien con las ansias de poder y la megalomania que acumuló aquel dictador del bigote, asomado a este incomparable escenario, llegara a sentirse el dueño del mundo.


A nuestros pies se extiende el parque natural de Bechtesgaden salpicado de casitas por todas partes, incluso avistamos el lago alpino de Konigsee. Hacia la derecha vemos perfectamente la ciudad austriaca de Salzburgo y más al fondo, hacia el norte, la llanura que nos llevaría hasta Munich.


Subimos caminando por un sendero muy marcado para llegar a la zona más alta. Una cruz con la edelweiss junto a un gran mapa de piedra que ayuda a identificar los lugares significativos que desde aquí se pueden observar. Paseamos relajadamente entre las piedras asomándonos a los abismos que se abren a nuestros pies, casi extasiados dejamos correr el tiempo.


Descendemos para visitar por dentro el nido de águilas que se encuentra completamente restaurada después de ser prácticamente destruida por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Aún así y a pesar de que ahora son los restaurantes los que ocupan el interior del edificio, se ha conservado muy bien la configuración original de la construcción, viniendo a la mente las imágenes históricas que se conservan  y que son tan conocidas. Como las terrazas donde se les veía charlando tan sonrientes y arrogantes o el salón con la famosa chimenea donde se reunieron en infinidad de ocasiones maquinando tantas barbaridades.





El lugar es pequeño, el paisaje imponente y si consigues aislarte mentalmente de los demás visitantes, la carga emocional es importante.


Nos dio tiempo suficiente de visitar todo y fotografiar con tranquilidad hasta que la hora marcada en el billete de autobús nos aconsejó emprender el regreso.


Otra vez colas en el ascensor para descender hasta el parking y enseñando el resguardo a los conductores te indicaban en cual de los autobuses te tenías que subir.


Finalmente iban saliendo puntualmente según la hora que llevábamos anotada . El descenso por aquella carretera sigue siendo espectacular. menos mal que está cerrada al tráfico y solo circulan ellos en exclusiva. Sin embargo no dejaba de acordarme del tema de los frenos y rogando que como buenos alemanes los llevasen perfectamente revisados. Con meticulosidad germana nos depositaron en el aparcamiento general donde teníamos estacionada La Milonguera. Al final todo ha salido perfecto y terminamos muy contentos por haber cogido aquel desvío de manera improvisada a la salida de Bechtesgaden sin saber donde nos llevaba.




Enfilamos la bajada por la carretera opuesta de por donde habíamos subido, siguiendo los consejos del conductor italiano y que por fortuna tuvo razón. A pesar de que casi toda la bajada la hice en 2ª, no dejaba en ningún momento que cogiésemos velocidad. Es preferible pecar circulando mas despacio de lo que sería ideal, dejando adelantar a todo el mundo que encontrarse, que lanzado cuesta abajo haciendo sufrir los frenos.

SIGUIENTE ENTRADA.........SALZBURGO


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