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29 ene 2013

GALICIA, COSTA NORTE 3. Cabo Ortegal




Domingo 11.09.2011

Amanece nublado. Vamos hacia el otro lado de la ría y en pocos kilómetros nos encontramos cerca de Cariño, o Porto Cariño,  antes de entrar en el pueblo vemos las indicaciones de un desvío para llegar a un lugar que teníamos en mente como muy apetecible. San Andrés de Teixido. Sin pensarlo mucho mas, por allí nos metimos y enseguida la carretera se convierte en una pista forestal, bien asfaltada pero estrechísima y con un fuerte desnivel que no decrece en ningún momento. Vamos bien pero no sabemos nada de lo que hay mas adelante. Por efecto del fuerte desnivel de la subida, rápidamente abandonamos la zona urbana y nos introducimos en un frondoso bosque de pinos, eucaliptos y brezos rosados. La niebla ha comenzado a envolvernos aumentando en cierto modo la sensación de intranquilidad por no saber bien por donde nos metíamos.

Fotos de la Sierra Capelada tomadas desde la auto en marcha


Nos paramos en un cruce (N 43º 43' 52" W 07º 55' 17") al ser el único sitio donde podríamos dar la vuelta si el camino se ponía mas complicado, pero consultando el mapa y el navegador comprobamos que por aquí se puede llegar a San Andrés de Teixido, por ello pensamos que al ser un lugar tan popular la carretera no estaría en mal estado.
Continuamos y la niebla se apelmaza no dejándonos ver mas allá de cinco o seis metros por delante del morro de la auto, a la vez, el viento arreciaba fuerte por lo que intuimos que debíamos de encontrarnos circulando por cotas  muy elevadas.

La sierra Capelada se desploma hacia el Atlántico

Sierra Capelada sin niebla pero con mucha bruma
En un momento determinado la calzada cede en su desnivel y comenzamos a llanear, en ese momento el viento se convierte en autentico vendaval zarandeando sin contemplaciones la autocaravana.
Hace unos pocos kilómetros que las luces de unos turismos nos van siguiendo. Me detengo señalando para dejarles pasar pero se detienen justo detrás nuestro y observo como el primer conductor, haciendo verdaderos esfuerzos para no salir volando, se nos acerca hasta la ventanilla a preguntarnos que si era el camino correcto hacia la ermita de San Andrés. Intercambiamos a duras penas varias impresiones puesto que el viento casi no nos dejaba escucharnos el uno al otro, de repente la niebla desaparece súbitamente. ¡ Menudo espectáculo ! Nos encontramos en lo mas alto de la carretera que cruza la sierra Capelada, hay una ausencia total de arboles, solo inmensos prados que se deslizan en dirección al mar y junto a la carretera un parque eólico no menos inmenso. Ahora comprendemos el rítmico ruido que oíamos y que no discerníamos a qué se podía deber cuando nos detuvimos todavía envueltos por la niebla. Era el batir de las enormes aspas de uno de los gigantescos molinos de viento que se encontraba muy cerca de la calzada. Con aquel fuerte vendaval, la velocidad a la que giraba era impresionante y el ruido apabullante. 



Frente a nosotros se extiende el Atlántico con unos efectos de luces indirectas que a través de las nubes se reflejan en la superficie del mar como espejos fugaces, aparecen y desaparecen a capricho de la velocidad de las nubes. 
Otro ejemplo de los regalos para la vista que Galicia tiene preparado para  sus visitantes.
Comenzamos a descender y enseguida abandonamos los prados para sumergirnos de nuevo en el bosque. ¿Será por aquí donde pululan las meigas?  pero solo alguna vaca nos miraba despreocupadamente  mientras rumiaba.
Vamos muy despacio porque el desnivel es importante, esto nos permite disfrutar del trayecto y además nos da suficiente tiempo a localizar, detrás de una pronunciada curva, un aparcamiento de tierra que por su situación, nos hace intuir rápidamente  la existencia de algún mirador cercano. No hay que desaprovechar las ocasiones de poder aparcar con tranquilidad cuando se circula por sitios tan prometedores como el de hoy.

Un precioso mirador desde el que se tienen unas vistas espectaculares


 Efectivamente, un mirador  espectacular. Antes de subir por las escaleras que nos llevan a lo mas alto, vemos unos paneles informativos sobre el episodio ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial por estos abruptos acantilados. 
Se trata de una placa conmemorativa dedicada a Leslie Howard (actor británico, famoso por su interpretación en "Lo que el viento se llevo", de 1939) y a otras 16 personas, incluidos dos niños, que murieron en estas costas al ser abatido el avión donde viajaban, el Ibis, por fuerzas de la Luftwaffe el 1 de Junio de 1943.
¡Qué largos fueron los tentáculos de aquella barbaridad !


La raza humana siempre en conflicto con la raza humana
Nos encontramos en plena sierra Capelada, el aspecto general es sencillamente abrumador. Hasta donde se extiende la vista el mar se muestra hoy embravecido y aunque estamos muy arriba se deja oir la fuerza del oleaje.
A derecha e izquierda, la sierra se desploma hacia el agua, no en verticales acantilados, sino en pronunciados prados que se dejan caer con impresionante inclinación.
En un día como hoy, ventoso, nublado, húmedo, es un privilegio haber descubierto este lugar.



Estuvimos por allí un buen rato dejándonos empapar, no solo por la humedad ambiental, sino por las tenues luces, reflejos del sol, tímidos e inconstantes y la inmensidad magnífica de aquel lugar. 
Proseguimos la marcha buscando la  ermita, pero por ningún sitio vemos señales que nos lleven hasta San Andrés de Teixido. Aunque un poco contrariados, nos sentimos ampliamente recompensados por el magnífico paisaje que  habíamos disfrutado ¡Que se le va hacer!. Dejamos para otra ocasión, que la habrá seguro, nuestra visita a San Andrés de Teixido.



No hay mas salida que bajar hasta Cedeira pero no queríamos dejar de ver Cariño, su ría y el Cabo Ortegal, que nos  habían recomendado los autocaravanistas accidentados en Bares, así que desde la salida de Cedeira se llega pronto, de vuelta a Puerto Cariño. Llegamos por buenas carreteras, atravesamos la localidad hasta el puerto donde aparcamos con comodidad entre camiones y furgones frigoríficos. Hemos decidido probar aquí la gastronomía local. Caminamos en busca de algún lugar donde darnos un pequeño homenaje y encontramos un restaurante  con aspecto limpio, tranquilo y familiar donde  todo nos pareció exquisito y sobretodo  unas magnificas vieiras al horno que estaban "de vicio". No recordamos el nombre del restaurante, pero si recordamos que cuando se sale tan satisfechos como lo hicimos nosotros, es que todo fue perfecto.


El cabo Ortegal y su pequeño faro
Fuimos paseando hasta la autocaravana por la avenida que hay junto a la playa por donde había varias autos estacionadas. Le echamos el ojo al lugar pensando en volver a bajar aquí a pasar esta noche.
La carretera hasta el Cabo Ortegal sale desde el mismo pueblo, callejeando, en ocasiones no está bien señalizado y puedes sufrir algún despiste pero con tranquilidad y fijándose bien, se localiza la salida.



Es una carretera muy estrecha con curvas cerradas y continuadas. Se impone la máxima precaución circulando despacio y haciendo sonar el claxon en alguna curva con poca visibilidad.
De nuevo, nos elevamos rápidamente entre bosques y en un recoveco del camino con vistas a la ría reconocemos, al paso, una cámper británica ocupando el escaso espacio del que disponían. Estos británicos son increíbles. Deben llevar en la sangre el genuino espíritu aventurero de sus ancestros exploradores del siglo XVIII y XIX.  Les hemos visto en los sitios mas insospechados. En ocasiones, por lugares que creíamos desconocidos para una gran mayoría de viajeros, por allí aparece muy a menudo alguna pareja de veteranos oriundos de las islas con sus diminutas cámper buscando incansablemente el mayor contacto con los espacios naturales.



Seguimos despacio cuando de repente llegamos a una collada donde la carretera desciende abruptamente con un fuerte desnivel hasta el pequeño aparcamiento que envuelve al faro del Cabo Ortegal. Un ¡ooooh! se nos escapa  ante aquella panorámica.  Me viene a la mente una frase que no recuerdo donde la he oído. "La inacabable Galicia"  es cierta, porque su belleza no tiene fin, cada giro en la carretera, cada recoveco descubre una sorpresa, se me agotan los adjetivos, estoy seco. Nos detenemos en plena calzada antes del descenso, mirando sin decir nada. 
La tarde ha quedado soleada y cálida, el viento ha arrastrado las nubes y se ha convertido en una ligera brisa marina que acompaña el "lienzo"  que se despliega delante nuestro.

Las dueñas de estos parajes



Al final de la pronunciada bajada y antes de llegar al faro, hay un amplio terreno de tierra, a la izquierda, muy apropiado para dejar la Ac. Desde este faro se tiene la sensación de estar inmerso en pleno océano. Lejano, muy a la derecha se divisa la Estaca de Bares y a la izquierda otras prominentes montañas que se dejan caer hasta el mar con firmeza. El oleaje azota enérgicamente y entre el ruido de las batidas olas, la brisa y el vuelo permanente de las gaviotas, uno se queda ensimismado durante largo rato. Es un estado contemplativo que relaja el espíritu. Esto hace que pasemos mucho tiempo allí sin hacer nada especial.


Qué frágiles se les veía pero qué tenaces.
Nos fijamos  en los grandes peñascos que se encuentran por delante del cabo y descubrimos, allá abajo, una pequeña barquichuela casi junto a las rocas causándonos verdadero pavor, quizá no habría motivo pero a nosotros, gente de tierra adentro, nos parecía una verdadera audacia adentrarse por aquel paso que formaba la costa con los peñotes. Aquella barquita nos despertó de repente, atrapando nuestra atención casi todo el tiempo restante.  Es ahora cuando sentimos la fiereza del mar porque el oleaje resulta violentísimo lanzando a la  embarcación a derecha e izquierda sin que aparentemente le deje navegar con rumbo preciso; teniendo con qué comparar, la pequeña barquichuela nos dio la perspectiva correcta de la magnitud de aquel entorno y las distancias han cobrado ahora otra dimensión.


Los atardeceres  en este lugar, son momentos que no hay que perderse.


Y allí seguimos sin ánimos de abandonar este lugar.  El sol, poco a poco, va cayendo hacia la línea del horizonte. Pensamos en la posibilidad de pasar la noche en éste aparcamiento. Casi seguro que no habría  ningún impedimento legal en pernoctar junto a un faro o junto a un acantilado mirando al mar, pero no apareció ninguna otra autocaravana y quedarnos tan solos no nos sedujo, total, que habiendo   visto en Cariño autocaravanas estacionadas nos decidimos a regresar hasta el pueblo.


Puerto Cariño desde la carretera volviendo del Cabo Ortegal


La salida desde el faro con aquella fuerte pendiente se resuelve sin el menor problema, como salimos desde parados, primera y en segunda hasta arriba. Que nadie se corte en venir a este espectacular lugar, pero cuidado como siempre en temporada alta y fines de semana, puede haber aglomeraciones de turismos y ahí si me imagino algún problema, no ya para estacionar, sino para dar la vuelta.
De regreso, ya casi anochecido, pasamos junto a los ingleses que allí siguen, sin duda pasarán la noche en ése mágico rinconcito.



Lugar de pernocta en la avenida junto a las dunas de la playa



Llegamos al paseo marítimo que se encuentra junto a la playa localizando amplios espacios junto a un pequeño parque con alguna otra Ac extranjera que nos saludan amables. N 43º 43' 05" W 07º 52' 12"
Antes de cenar, damos un paseo por la playa que tiene dunas entre la arena y la calzada. Pasamos la noche muy tranquilos a pesar de ser una calle con tráfico pero solo molesta ya muy de mañana. Un colofon perfecto para una jornada espléndida.

Siguiente destino: A CORUÑA


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5 comentarios:

Alojamientos de alquiler en Galicia dijo...

Vaya aventura, la sierra capelada es una auténtica maravilla la verdad.

Esperamos con impaciencia vuestro artículo sobre A Coruña.

Fernando Santos (Chana) dijo...

Excelentes fotografias de belos lugares....
Cumprimentos

elviajerosinprisa dijo...

Si que lo es, y la costa Mariña, las rías altas, las rías bajas, las montañas del interior....toda Galicia, no me extraña que os entre la "morriña" cuando estais lejos de ella.
Gracias y un saludo

elviajerosinprisa dijo...

Hola Fernando
Muchas gracias por tu comentario pero es que hay lugares que no necesitas esforzarte mucho, disparas la cámara y lo raro es que no te salga una buena foto...
Saludos y cumprimentos para tí.

Mario dijo...

Me gusta disfrutar de los diarios de viajes, ya que me trasladan a los lugares donde ellos viajan sin tener que ir. Como a mi me gusta mucho la playa, voy casi siempre a un Alquiler
departamento Rio de Janeiro
, frente a la playa y me levanto cada dia con una vista alucinante

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